Freelance desde 1895

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Este post es colaboración de Juan Bonet, Ingeniero de proyectos técnicos. Si quieres escribir en el blog, manda un mail a prensa@nubelo.com

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Me han pedido que explique el por qué decidí hacerme autónomo/freelance/emprendedor. Bien, es algo que llevo en la sangre y que arrastro desde tiempos remotos. No entiendo mi vida laboral, desde otro punto de vista y si uno nace con el espíritu emprendedor, inoculado en sus venas, poco puede hacer y poco debe hacer, si no dejarse llevar. Para explicar un poquito lo que os comento, debemos remontarnos al 1895, cuando mi bisabuelo, Josep Bonet, después de vivir dieciocho años, en un pueblecito de la provincia de Lleida, decide probar suerte en la gran ciudad y se traslada a Barcelona, para empezar a trabajar como portero de una señorial finca de vecinos, del reciente creado barrio del Eixample, poblado por la entonces emergente burguesía, que abandonaba los barrios más céntricos y antiguos de Barcelona, para instalarse en el nuevo barrio. Es allí, dónde mi antepasado, vio la primera oportunidad de negocio y sin pensárselo dos veces, en el 1903, fundó un taller de cerrajería y forja artística, en pleno centro del barrio del Eixample, para abastecer la gran demanda de trabajos que necesitaban todas aquellas nuevas y señoriales viviendas. Lo cierto es que, no pudo escoger mejor ubicación, ya que le garantizó un excelente escaparate a todos aquellos futuros clientes, que empezaban una nueva vida en aquel pomposo barrio. juan-bonet-freelance Poco le costó tener tantos clientes como quisiera y de hecho, provocó la necesidad imperiosa de agrandar el taller, convirtiendo la original zona de vivienda que poseía el local y dónde vivió unos cuantos años, también en taller. Con el tiempo, crea y luego perfecciona, un nuevo sistema de unión entre componentes, a través del forjado, con el uso de la fragua, que revolucionó el taller y la producción de éste, al reducir costes y sobretodo, tiempo de trabajo, que le ayudó a poder cumplir con las entregas, del gran número de pedidos que tuvo. Mi abuelo, a una edad muy temprana, tomó las riendas del taller fundado por mi bisabuelo. Él fue un inventor nato. Un auténtico emprendedor, con todas las letras, que se ilusionaba con cada nuevo proyecto que emprendía. No conformándose sólo con los trabajos de forja, revolucionó el mundo de la cerrajería en general, con sus innovadores sistemas de fabricación y elementos patentados, muchos de los cuales, debido a su forma de ser, cedió sin retribución económica alguna, al más necesitado, que venía a pedirle ayuda. Eran tiempos difíciles, dónde la colaboración entre unos y otros, era el único “modus vivendi”, dónde no tenía tanta importancia el estatus económico, si no la relación y lo que llamaríamos ahora, la imagen personal, de cada uno. De entre sus numerosas innovaciones, sistemas y elementos patentados, hay de todos los tipos, como son los nuevos sistemas de soldadura -más resistentes y menos agresivos para el acero-, carteleras de cambio de moneda para oficinas bancarias -con mecanismo de automatización, que permitiese el cambio de los valores de forma rápida-, sistemas de camas plegables -que se convertían en una litera para dos y hasta para tres personas-, sistemas de protección para ascensores -cubriendo toda nueva normativa que hacía referencia a los primitivos ascensores, para las comunidades de vecinos, aprovechándose del gran auge de estos mecanismos, que disparó el número de instalaciones que hubo-, máquina dobladora de chapa portátil para obras, etc. Pasando por los más dispares a su dedicación inicial, como un dispositivo para suavizar el agua de la ducha –elemento que hoy en día es de uso cotidiano-, un chupete para bebés -que a su vez era un sonajero-, un abiertos de frutos secos -para personas que podían ejercer poca fuerza en la mano-, un sistema frigorífico -alimentado mediante la llama de una vela-, plantillas ortopédicas para zapatos de personas con problemas –al servicio de médicos podólogos- y un sinfín de patentes y diseños, que terminaron por crear una muy buena amistad personal, casi familiar, con el agente de patentes. Mi progenitor, a mediados de los años 50, revolucionó los sistemas de las carpinterías metálicas, creando perfiles con junta de estanqueidad, para las muy rudimentarios sistemas utilizados en esa época, creando perfiles de aluminio, a partir de chapa conformada, debido a la ausencia de perfiles extrusionados y diseñar, patentar y fabricar los primeros perfiles ya a través de la extrusión, el diseño de elementos pasa-monedas iluminados y transmisores de voz, para las oficinas bancarias, etc. Y yo, como no podía ser de otra manera, haciendo de ingeniero, incluso antes de haberlo sido, ya desde pequeño, creando dispositivos mecánicos y electrónicos para mejorar todo aquello que se me pusiera por delante. Desde retardadores para luces de cortesía de los vehículos y temporizadores para limpia-parabrisas, ya que antes no poseía ningún coche, de estos dispositivos, engrasador neumático para mecánicos, para ya de menos crío, la introducción del acero inoxidable, en todas sus aplicaciones conocidas y por conocer, creando sistemas anti-caída de puertas basculantes, recubrimientos de fachadas sin riesgo de desprendimiento, sistemas de aplacados de materiales fenólicos con fijación oculta, etc. A veces me veo reencarnado con mis antepasados, porque a veces he tenido que crear elementos, muy dispares y alejados de mi profesión, pero siempre buscando una solución optimizada al problema presentado. A diferencia de muchas personas, yo no veo problemas, si no motivos para crear y pensar. Pienso que éste es el servicio que debe dar un emprendedor, sea del tipo que sea.

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